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“Los melómanos de corazón siempre trascienden”

En memoria de mi querido tío Alfredo Raúl Coronel García.

Recordar es vivir, como dicen todos, y aunque hace tres días falleció mí querido tío Raúl Coronel, de manera cariñosa le decíamos “Tío Gordo” y era hermano de mi mamá, la Lic. Noemi Coronel García.


Me siento muy dichosa por tener presente el hecho de haber compartido momentos importantes con él, será algo que siempre llevaremos en nuestros corazones.

Él era un melómano empedernido, amante del rock y seguidor entusiasta de la música en español.


De sus grupos predilectos eran: Los Apson, Los Muecas, Locos del Ritmo, La Revolución de Emiliano Zapata, Los Hooligans, Los Dug dugs, Los Teen Tops, por citar algunos.

Era de esas personas que se les consideraba “el alma de las fiestas”, por su sentido del humor, ocurrencias, bromas, anécdotas y hasta su voz característica, un conjunto perfecto de aptitudes que generaban una atmósfera extrañamente armoniosa.


Para todo hay gustos, eso sí; sin embargo, mi tío tenía una forma de ser que atraía a toda clase de personas, era una persona sencilla, alegre, leal y sabía ser buen amigo, y eso siempre se lo demostró a todos sus familiares y seres queridos.


En alguna ocasión me contó que le tocó trasladar a la agrupación de pop española “La Quinta Estación” por la ciudad, para él, compartir experiencias era sumamente importante porque fomentaba una cercanía familiar y esta vivencia era una de tantas con nos platicaba con orgullo, llegó a conocer a artistas por su trabajo, y era satisfactorio escucharlo cómo platicaba las cosas, sobre todo por su ligereza y transparencia al expresarse.


También era un conocedor del rock clásico en inglés, del pop y balada en español, inclusive recuerdo cuando falleció José José, que externó en mi muro su gusto enorme por la carrera de este ilustre intérprete.


Le dedico esta columna porque era uno de mis lectores, el cual siempre que lo veía, me decía: - Ya leí tu columna, me siento muy orgullosa de ti, monita.


Era muy efusivo en su manera de expresarse y esa voz ronquita que le caracterizaba, nunca la voy a olvidar.


Siempre me preguntaba cómo era cierto artista que conocía, y compartía como eran sus tiempos, esos tiempos de juventud cuando el rock fluía a todo lo que da.


Era divertido verlo bailar cualquier canción, su “air guitar” y “air drum” (amaba tocar batería, siempre fue su instrumento musical favorito) y tenía una sensibilidad musical asombrosa.

Sin haber estudiado música, sabía deconstruir una pieza musical, desde niña notaba que eso tenía en común con mi papá, ambos sabían identificar cada sonido, sin ser músicos. Vaya, ser melómanos es maravilloso.


Cuando mis padres organizaban conciertos de rock en los años noventa, mi tío los acompañaba para apoyarlos en las actividades y es por eso también, conocía cómo era la escena local.


Nunca voy a olvidar cada una de sus palabras y consejos, todo el apoyo que me brindó en cada proyecto realizado, y por eso mismo le dedico esta columna, porque todo mundo lo recordará como uno de los melómanos con gran sentido humano.


Descanse en paz querido tío Gordo y que el rock siempre fluya y trascienda en nuestros corazones, como lo hizo con él.


 
 
 

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